¿Dónde está mi trabajo?

Sereno, aguador, bordadora, carbonero, telegrafista, dependiente de videoclub, cigarrera, vendedor de enciclopedias, afilador, limpiabotas, jabonero, lavandera… cientos son las profesiones que a lo largo de los años han ido desapareciendo. El trabajo no es, ni nunca lo ha sido, algo estático ni inmutable. El mundo del trabajo siempre ha estado cambiando, de forma o de lugar; pero el problema con el que nos enfrentamos hoy en día es la rapidez y profundidad con la que la que se están produciendo estos cambios.

Organismos como el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF más conocido como el Foro de Davos) en su informe: Future of Jobs 2018 , estima que debido a los avances tecnológicos, en 2025 se producirá una pérdida de 75 millones de empleos en los países avanzados; aunque, ese mismo informe apunta que esos avances tecnológicos generarán más de 130 millones de nuevos puestos de trabajo.


Los medios de comunicación nos bombardean regularmente con artículos sobre apocalípticos futuros con puestos de trabajo ocupados por robots, tareas realizadas automáticamente por algoritmos, y nos cuentan que las ocupaciones serán para profesionales expertas y expertos en: ciberseguridad, nanotecnología, robótica, gammificación, explotación de datos, etc.

Estas visiones son especialmente chocantes cuando uno lee que según los datos del Instituto Aragonés de Estadística (Ver sección informes INAEM ORIENTA) la ocupación más solicitada en febrero en las oficinas de empleo ha sido la de personal de limpieza, el segundo empleo más solicitado fue peón de la industria manufacturera,  el tercer puesto: dependiente de comercio, en cuarto lugar: mozo de carga y descarga; seguidos de los puestos administrativos, camareros y reponedores de hipermercado.

Hay estudios (Informe Infoempleo Adecco: Oferta y demanda del empleo en España) que cuantifican en un 60% las empresas que tienen ya problemas para cubrir vacantes o encontrar talento. Basta echar un vistazo a los principales portales de empleo para ver, día sí y día también, la cantidad de ofertas que hay para puestos relacionados con las nuevas tecnologías (áreas de desarrollo, programación, middleware, bases de datos, business intelligence, big data, APPs, y un largo etcétera). La cuestión es que no todo el mundo puede ni quiere ser informático. 

Todo parece indicar que, de cumplirse los vaticinios, debemos prepararnos para incrementar nuestras posibilidades de empleo en un mercado competitivo en el que muchos oficios desaparecen y otros cambiaran radicalmente. No solo competiremos con otros humanos sino también con máquinas y robots. La solución está en la formación.

“Trabajar de cualquier cosa” no es posible. Depende de nuestros conocimientos y experiencias que podamos desempeñar unos puestos u otros. La tecnología permite que trabajos que requerían mucha fuerza física ahora puedan ser desempeñados por cualquier persona que sepa manejar la máquina que realiza dicho esfuerzo. Lo que necesitamos es saber manejar máquinas extrusionadoras si queremos trabajar en la industria manufacturera, carretillas para trabajar en almacenes, o programas específicos de gestión e idiomas si nuestro objetivo es un puesto administrativo.

Conocedor de la necesidad de tener profesionales formados, el Instituto Aragonés de Empleo aprueba anualmente un Plan de Formación para el Empleo en Aragón con miles de acciones formativas gratuitas que se imparten por toda nuestra geografía, se ofertan en diferentes modalidades (presencial o teleformación), con duraciones variables, de las más diversas temáticas y dirigidas a diferentes colectivos (mujer, trabajadores/as desempleados/as, trabajadores/as en activo, colectivos desfavorecidos...). Puedes localizar la formación que necesitas a través del buscador de cursos del portal Inaem orienta.



La formación no sólo debe realizarse en aspectos técnicos que nos hagan competentes en el manejo de las “nuevas máquinas” que se van incorporando a nuestras vidas profesionales; las y los expertos también señalan que las trabajadoras y trabajadores futuros deberemos potenciar nuestras aptitudes interpersonales, la adaptabilidad, la creatividad y la colaboración. Es decir, las cosas que nos hacen más humanos. El protagonismo está en la persona como conjunto, en lo que hacemos y en cómo lo hacemos.

La futura fuerza de trabajo será distinta, mucho más heterogénea que hoy en día. Confluirán una mayor proporción de trabajadores y trabajadoras maduras, que podrán seguir desempeñando tareas hasta ahora duras físicamente, con una menor proporción de personas jóvenes, con trayectorias vitales y culturales muy diferentes. De ahí la importancia de trabajar las habilidades interpersonales, la adaptabilidad a las situaciones nuevas, la creatividad para resolver problemas inéditos y la colaboración con personas diferentes.


 Para no ser como el aguador que se levantó un día preguntándose:
“¿dónde está mi trabajo?”.

Sal de tu zona de confort.

Aprende algo nuevo.

Compártelo con los que te rodean.


Y si lo haces de forma organizada 
apuntándote a un curso: mejor.









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