Frustración, angustia, desesperación. Las emociones tóxicas y el desempleo.
Aunque era una posibilidad que siempre estaba ahí, quedarme sin trabajo supuso un shock. Después de unos días de asimilación, empecé con entusiasmo a buscar ofertas y mandar curriculums. Los días, las semanas y los meses iban pasando, casi siempre sin respuestas, y de vez en cuando, con alguna carta en la que muy educadamente me decían que no contaban conmigo. Hace casi dos años que perdí el trabajo. Ahora no salgo de casa, suelo estar casi todo el día en la cama, con la luz apagada para no gastar, pensando la mala suerte que tengo, y que voy a hacer cuando se me acabe el paro. La verdad: no tengo ganas de nada.
Perder el trabajo no sólo tiene consecuencias económicas,
también tiene un impacto negativo en nuestra salud emocional, que puede derivar
en depresión.
Tras muchos meses sin encontrar empleo, nos podemos sentir
invadidos por sensaciones de culpa, vergüenza, frustración, angustia, inutilidad,
desaliento, o desesperación. Emociones que son normales sentir
puntualmente en algún momento de nuestra vida, pero que cuando se cronifican y
prolongan en el tiempo, nos pueden llevar hacia una espiral de depresión de la
que no seamos capaces salir.
Cuando estamos deprimidos, todo es negro, malo y para
siempre. No hay matices, ni grises, ni colores. Nos centramos en los fracasos
del pasado, magnificamos los pequeños errores, nos culpamos y sentimos
víctimas de un universo centrado en nuestra desgraciada.
La angustia, la frustración, la desesperación, el desaliento
y el resto de emociones tóxicas que sentimos cuando visualizamos el futuro de
manera negativa, primero se apoderan de nuestra mente, para instalarse luego en
nuestro cuerpo robándonos la energía y las ganas de vivir.
El primer paso para salir de ese pozo es ser consciente de
la situación en la que nos encontramos. El segundo, es saber que es posible
salir, que día a día muchas personas en nuestra misma situación lo están consiguiendo
y nosotros también vamos a ser capaces de lograrlo. Pequeños cambios van a producir
grandes resultados.
John Milton escribió en su obra Paraíso perdido: “La mente es su propio lugar, y en si misma
puede hacer un cielo del infierno, y un infierno del cielo”.
Hay muchas circunstancias que no podemos evitar, pero sí
podemos cambiar como queremos vivirlas.
Desde Inaem Orienta podemos ayudarte a lograr tus objetivos profesionales.
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